Tejas

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BREVE HISTORIA DE LAS TEJAS

La evolución es algo innato en el ser humano; de esta manera, el desarrollo y el cambio han estado siempre presentes a lo largo de la historia. El avance queda patente en todos los ámbitos vitales del hombre, tanto en aspectos más trascendentales como las ciencias o el arte, así como en cosas más cotidianas tales como la alimentación o la vivienda. Pretendemos centrar nuestra vista en la historia de un elemento tan útil y cotidiano como es la techumbre que cubre nuestras viviendas. Actualmente encontramos en el mercado gran cantidad de modelos de tejas para la construcción de viviendas, de colores, materiales y diseños innumerables; desde tejas de pizarra hasta modernas tejas de plástico diseñadas para cubrir las necesidades actuales de la sociedad y que a su vez protegen el medio ambiente. Sin embargo, como todos los aspectos, las tejas han tenido un origen y una evolución.

 

Tejas elaboradas con plástico un material resistente y duradero

Podríamos tomar como referencia el periodo Neolítico, hacia el VIII milenio antes de nuestra Era, momento a partir del cual el ser humano logra controlar el proceso productivo de la ganadería y la agricultura, y por tanto se sedentariza fijando una vivienda estable y más o menos fija. Estas viviendas solían agruparse formando pequeños poblados. El hombre utilizó los materiales más básicos que le ofrecía la naturaleza para construir las viviendas: agua, tierra, madera, paja, pieles, crines… Mediante muros de barro elevaron las paredes de sus viviendas que cubrieron con tejados de paja, elementos vegetales o pelajes de animales principalmente, ya que este tipo de elementos naturales ayudaban a evitar, en la medida de lo posible, que la lluvia y la humedad penetrasen a través de la techumbre.

El siguiente paso evolutivo en materia de “construcción”, que tardaría varias centurias en llegar, sería la mezcla de tierra y el agua, que secada al sol daría lugar al adobe. Posteriormente se coció el adobe en hornos dando lugar al ladrillo, un material más resistente, y que a través del proceso de cocción, vio aumentada su capacidad de impermeabilidad. Los pobladores antiguos comenzaron a utilizar la arcilla cocida para desarrollar todo tipo de elementos constructivos como baldosas, azulejos o tejas. La tradición atribuye el uso de las primeras tejas de arcilla cocida para cubrir los techos de las viviendas a la zona mesopotámica y Egipto alrededor del II milenio a. C., no obstante, esto se debe a que los restos más antiguos de tejas se han localizado en esta zona. También se han hallado restos de tejas acanaladas de gran antigüedad en territorio chino.

Techumbre de teja de barro, muy similar a la que emplearían nuestros antepasados

Fue en la antigüedad clásica griega y romana cuando el uso de la teja para recubrimiento de tejados se generalizó. En la Grecia Clásica la teja se empleó en mayor medida para cubrir edificios públicos, sobre todo templos. En la Grecia de comienzos de la época arcaica los templos se cubrían con tejados de paja, sin embargo, una de las primeras evoluciones que sufrieron este tipo de edificios religiosos fue la sustitución de esta techumbre por un tejado de tejas. El uso de la teja fue posible gracias a los fuertes muros de piedra que sostenían la techumbre, ya que con las anteriores paredes de adobe no hubiese sido posible que los cimientos resistiesen. Cabe destacar como muestran los estudios arqueológicos que estas primeras tejas empleadas en Grecia pesaban alrededor de 30 kgs. cada una, además la mayoría eran de forma plana acompañadas de pequeñas tejas curvas en las uniones. Los tipos de tejado de los templos eran a dos aguas, para permitir la evacuación del agua de lluvia fuera de los muros. Con el uso de las tejas se lograba evitar la destrucción de los techados en caso de que el edificio fuese víctima de un incendio, así por tanto, se aseguraba la perduración de este tipo de arquitectura monumental que se construyó en territorio clásico, y se llegó a expandir a través de las colonias griegas por la zona mediterránea.

La heredera de esta tradición griega fue Roma. Los romanos adoptaron muchos de los cánones y elementos constructivos griegos, uno de los ejemplos fue la teja.  El material empleado para su fabricación fue la arcilla o terracota, y se emplearon para cubrir tanto edificios públicos como viviendas privadas. Las tejas romanas se colocaban sobre las techumbres de madera, dispuestas de manera ordenada siguiendo el esquema romano de tegula e imbrex. La tegula (palabra latina de la que deriva el actual término teja) era una pieza rectangular con unas medidas de 45 x 60 cms. aproximadamente. Sobre la tegula, se colocaba una pieza denominada imbrex de forma semicircular cuya función era unir las tegulae. En algunas ocasiones se remataba la construcción a través de unos elementos decorativos denominados antefixi.

Teja de época romana conformada por tegula, imbrex y antefixi

De manos del imperialismo romano el uso de la teja, al igual que muchas otras costumbres, llegó hasta el occidente de Europa. Roma fundó numerosas ciudades en toda la zona europea desde la actual Inglaterra hasta Antioquía, Egipto y norte de África. Todas estas ciudades siguieron un esquema constructivo similar a la urbe romana. Los edificios públicos se construyeron principalmente en ladrillo, piedra y con techumbres de teja. Los habitantes de las zonas europeas fueron testigos del buen hacer romano con las tejas, sin embargo, en muchas zonas de Occidente esta tradición constructiva se abandonó ante la caída de Roma (siglo V d. C.).

En ciertos reductos, sobretodo monasterios medievales, se continuó velando por el trabajo del ladrillo y la cerámica para la producción de materiales como la teja. No obstante, de manera generalizada se retornó a la construcción de tejados cubiertos con paja y madera. A partir del siglo XII-XIII ya observamos cómo el uso de las tejas de arcilla cocida retorna al panorama constructivo, sobretodo en la zona de Inglaterra. A comienzos del siglo XIII el rey Juan emitió una orden por el que los tejados de los edificios londinenses fabricados en materiales combustibles debían ser sustituidos por cubiertas de teja. También tenemos constancia de que, en esas mismas fechas, el arzobispo de Canterbury prohibió el uso de techumbres de paja en edificios cercanos a la catedral. También en el norte de Europa, hacia el siglo XIV, se dictaron normas en la misma dirección. En la época medieval la mayoría de edificios se construían en madera y se cubrían con tejados de paja. El beneficio del uso de cubiertas de tejas residía principalmente en evitar la propagación de incendios, muy habituales en la época; además su poder impermeable era mucho mayor que el de otro tipo de materiales y tenían una larga vida.

Poco a poco el uso de la teja se fue extendiendo por toda Europa. La fabricación de tejas se adaptó a las necesidades de cada uno de los territorios que las producían, además en cada zona se elaboraba un tipo distinto de acuerdo a diferentes influencias. Dependiendo si eran terrenos fríos, cálidos, húmeros o secos se empleaban diferentes materiales como tejas de cerámica, tejas de pizarra o tejas de piedra entre otros tipos. También la morfología de la teja variada, por ejemplo, si se colocaban en zonas de lluvia, éstas solían ser planas para adaptarse a las cubiertas de vertientes más acusadas.

Nuevos avances en la elaboración de tejas llegaron hasta territorio europeo de manos de la cultura islámica, cuya presencia fue muy notable en la Península Ibérica desde el siglo VIII hasta el siglo XIII d. C. En este momento se desarrolló la teja denominada de tipo árabe con forma acanalada. La teja árabe no fue inventada por la cultura que le da nombre, sino que se le atribuye un origen romano. Sin embargo, fueron los árabes quienes la perfeccionaron y le dieron un uso más intensivo. En la actualidad la mayoría de edificaciones usan este tipo de teja perfeccionada. A partir del siglo XV, con el inicio de la época de los descubridores europeos, el uso la teja se expandió a territorio americano.

Actual tejado con teja de tipo árabe

Con la llegada del desarrollo industrial (ss. XVIII – XIX) la actividad productiva de la teja se automatizó. Se introdujeron nuevos sistemas mecánicos para su producción, además de emplearse nuevos materiales como el hormigón así como nuevos sistemas de encaje. Según la tradición algunos de estos avances vinieron de mano de diferentes personalidades como los hermanos Gilardoni, de Lartigue y Dumas o de los señores Royaux y Beghin.

A lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, en muchas ciudades y pueblos europeos se fundaron fábricas de tejas, denominadas tejar o tejerías. Se puede seguir la pista a este tipo de industrias a través de la toponimia que se ha conservado. En muchas localidades aparece el nombre de tejerías en el plano de la ciudad, a pesar de que actualmente en la zona no existe resto alguno, por lo que parece indicar que antiguamente esta zona debió de contar con una fábrica de tejas. Como paradigma de este caso podemos citar el palacio francés de las Tullerias, cuyo nombre tiene origen en las fábricas de tejas que se hallaban en la zona en la que posteriormente se elevó el palacio parisino.

Realmente en los últimos doscientos años el avance y la innovación en el ámbito de la construcción han sido espectaculares. Una de las últimas aportaciones al mercado ha sido la elaboración de tejas plásticas. Las ventajas de este tipo de material son múltiples respecto al sistema de tejas tradicional. Los costes son menores (ahorras material), además el tiempo que requiere la construcción del tejado es menor, algo que acaba repercutiendo en el ahorro de mano de obra. Asimismo contamos con una amplia variedad de tejas de plástico en diferentes colores, e incluso podemos encontrar tejas de plástico translúcidas que permiten la entrada de la luz solar en el hogar. El plástico con el que se elaboran estas tejas tiene gran resistencia tanto a los golpes como a los cambios de temperatura (a diferencia de lo que puede suceder con tejas de otro tipo de materiales que pueden fracturarse con el cambio de temperatura). Además un tejado de teja plástica no requiere ningún tipo de mantenimiento y son totalmente impermeables. En definitiva, los tejados de teja plástica contribuyen a nuestro ahorro y por ello, están ganando terreno a otro tipo de materiales en la industria de la teja.

Afortunadamente el ser humano continúa en desarrollo, creando nuevas ideas y soluciones. Las nuevas tendencias actuales en la producción de tejas apuntan a diseños que logren el ahorro de energía en los hogares utilizando materiales ecológicos que sean respetuosos con el medio ambiente.

 

Hogar actual cubierto con tejas de plástico

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